El significado oculto de las vocales

Las siete vocales griegas se consideraban signos de poder porque daban sonido a las palabras. Las consonantes no se pueden pronunciar si no se añaden elementos vocálicos, y el hecho de que fueran siete, un número con un importante contenido esotérico, hace que su interpretación sea variada.

Pitágoras defendió el poder místico de las vocales como creadoras de todas las cosas, causantes de dioses y demonios. Los antiguos estudiosos del cielo observaron que las estrellas estaban fijas pero había algunas que se movían errantes. Los babilonios identificaron los cinco más próximos (Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno), y junto al Sol y la Luna conforman un grupo de siete elementos. Los griegos usaron esas primeras nociones babilónicas de astronomía como base, y los asociaron a las siete vocales de su idioma, y a sus siete principales dioses. Esta primera asociación la hizo Hipócrates, más tarde Aristóteles la amplió indicando que al igual que hay siete vocales, hay siete pléyades, siete cuerdas en la escala musical, siete héroes que atacaron Tebas. Pitágoras refleja esa asociación natural con las notas musicales, indicando que las órbitas de los planetas componen la «música de las esferas», y Platón la igualó a los siete tonos de la escala mayor.

La asociación musical de las vocales es importante, porque se consideraba que al ser recitadas desataban su poder mágico. En la Alejandría egipcia se hallaron fórmulas mágicas que afirmaban poder acceder al poder sagrado con el himno musical ΑΕΗΙΟΥΩ.

Para los Gnósticos, esas siete vocales representaban en ese orden los siete cielos, cada uno gobernado por un arcángel que reinaba sobre ángeles de menor poder. La lista de los arcángeles no coincide en los diferentes textos gnósticos. Sobre ellos, reinaba una deidad suprema en una octava región denominada Ogdoas.

El hecho de que al recitar las vocales se pretenda invocar el poder de estos arcángeles hace que las siete vocales griegas aparezcan en numerosos hechizos y encantamientos desde la Antigüedad. Incluso en vez de forma lineal ΑΕΗΙΟΥΩ, este heptagrama sagrado se disponía de forma gráfica. Además del cuadrado (plinthion), podían disponerse con una inclinación piramidal o escalonada (klima), o incluso como un trapecio o ala (pterugion) en el que la omega se dispone de forma vertical.

Aunque pueda parecer algo propio de la Antigüedad, ese conocimiento se transmitió a lo largo de las centurias, y encontramos en tiempos del emperador  Federico III de Austria (1831), gran aficionado a las fórmulas esotéricas, un manuscrito donde se mencionan las vocales. Con el cristianismo y el predominio del latín, las vocales se redujeron a cinco, y ese sonido AEIOU fue adoptado como monograma de los Habsburgo. Su significado es confuso; se ha sugerido que habría querido decir en alemán  “Alles erdreich ist Oesterreich untertan” (“Toda la tierra está sujeta a Austria”). Sin embargo, estudiosos gnósticos indican que probablemente concocía su verdadero significado y lo adoptó para beneficiarse del poder oculto de esta antigua invocación.

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