Navegación fenicia.

En buenas condiciones de visibilidad, una señal terrestre puede ser observada desde el mar a una distancia máxima proporcional a su altura. La distancia es calculable, pues el punto de la superficie del planeta donde deja de verse forma un triángulo rectángulo con la señal y el centro de la Tierra, y se conoce así la hipotenusa y el cateto mayor. En la práctica, se podría navegar 60 millas alejado de la costa sin referencias visuales.

Cuando practicaban una navegación de altura, se orientaban mediante las estrellas, empleando la Osa Menor junto a la Estrella Polar (ambas se conocían como «Phoiniké»).

Según Manilio:

«La Osa Menor da vueltas sobre un círculo más pequeño; es menos grande y brillante, pero más importante que la Osa Mayor, según los marinos fenicios. Para los cartagineses es el guía más seguro, cuando en el mar buscan una orilla que no pueden ver.»


La navegación dependía de los vientos alisios, pudiendo emplear los remos en caso de calma. Los viajes serían de mayo a octubre. La ruta Tiro-Gadir sería cubierta por barcos tipo gaulós, con gran flotabilidad, pero torpes y pesados para maniobrar. Tenían velas cuadradas y al estar situadas sobre un mástil central solo propulsaban al barco con vientos de popa. Llevarían a proa una ánfora calada a modo de indicador de posición para la navegación nocturna.

Los hippoi, en cambio, eran barcos ligeros, usados en las exploraciones, con velas cuadradas y remos. Los remeros iban acoplados al descubierto y en los espacios libres entre bancadas se transportarían víveres y mercancías de pequeño volumen. Velas y mástiles podrían plegarse para maniobras complejas de atraque.

Según Homero:

«(…) Un torbellino rompió los dos cables del mástil, que se vino hacia atrás, y todos los aparejos se juntaron en la sentina. El mástil, al caer en la popa, hirió la cabeza del piloto, aplastándole todos los huesos; cayó el piloto desde el tablado como salta un buzo y su alma generosa se separó de los huesos (…)»


Los trirremes tendrían 80 marineros, con remeros distribuidos en tres filas superpuestas de forma alterna.

Las pentécoras disponían de dos filas de 25 remeros, con el ritmo marcado por un flautista, más un piloto y diez hombres más para el manejo de las velas.

Dado que los puertos existen a partir del s. IV a.C., hasta esa fecha atracaban en bahías naturales o directamente varaban en la arena.

Leave a Comment