El siglo VI a.C.supuso una ruptura con la historia precedente en muchas áreas: modelos de establecimientos, prácticas de enterramiento, actividades económicas y cambios geopolíticos, con debilitamiento de los lazos con el Este y establecimiento de lazos más fuertes con Cartago.
También es cuando ocurre la primera presencia griega directa en el SO de Iberia, con Málaga y Huelva como focos del comercio griego.
Desde 530 a. C. empieza a decaer la presencia fenicia: hay una reducción de la producción de plata debido al agotamiento de los depósitos superficiales fácilmente accesibles.
Debido a ello la zona empieza a perder interés para los griegos, pues les es más accesible acudir a las minas de plata de Cástulo desde la colonia de Emporion (Ampurias) fundada en el 600 a. C. Desde esa fecha se concentran materiales griegos en las orillas del Segura y del Vinalopó.
Tradicionalmente se ha atribuido la desaparición de los griegos del sur de Iberia como resultado del cierre del Estrecho por fenicios hostiles tras la batalla de Alalia, pero actualmente hay consenso en que se debió a la reducción del metal.
Desde 550 a. C. hay una profunda crisis en la antes floreciente industria de extracción de plata en Huelva: se reducen las importaciones griegas, se para la actividad constructora y se reduce el espacio urbano ocupado, indicando una reducción de población. Se abandonan sitios como Peñalara y los que quedan muestras tiempos de aparente inseguridad, con reforzamiento de las murallas de la ciudad.
Hubo otros factores externos: los fenicios se establecieron en Iberia por sus recursos minerales y agrícolas, que podían usarse para sostener la colonia y enviar el excedente para pagar el tributo a Asiria, por lo que la presión asiria se ha visto como el motor de la expansión fenicia.
Los asirios tenían interés en la plata, pues se usaba en el comercio para intercambio de mercancías. Hasta el siglo IX – VIII a. C. la plata era escasa en Asiria, pero es posible que al llevarla los fenicios se saturara el mercado y al final del s. VII a. C. el valor de la plata bajara tanto que finalizaran los viajes para buscarla en Iberia.
También Tiro cayó por los neobabilonios en 572 a. C. tras un asedio de trece años. Pero esto no explica todos los cambios, pues se abandonan centros florecientes, como Cerro del Villar, Toscanos, Adra, Cabezo del Estaño. Este último se hizo de forma ordenada hacia La Fonteta, donde a toda prisa se hizo una muralla con foso para protección adicional. En el mismo área, el poblado vecino de Peña Negra mantiene un taller alfarero que proporciona piezas a La Fonteta y Peña Negra. La Fonteta sigue ocupada hasta 545 a. C. y justo en esa fecha se abandona Peña Negra con signos de fuego y destrucción. La Fonteta no duró mucho más, y se puede espcular que sin Peña Negra y sin el circuito del bronce del Atlántico, no tenía razón de ser y se abandona.
Eso ocurrió asimismo en otras zonas, como el valle de Vélez. Parece que los habitantes sentían una amenaza, más interior que desde el mar, quizás explicable por un deterioro en las relaciones con los indígenas. Así aparece una reconfiguración urbana, con más agrupación de gente (Malaka, Sexi, Baria, Villaricos, Ibiza). Al acabar la fase en la que el comercio del metal dominaba la economía, los establecimientos o desaparecen o cambian a actividades agrícolas. Mientras, los indígenas consolidan la población en los fortificados OPPIDA que serán la característica principal de la cutura ibérica.