Los fenicios visitaron la Península Ibérica en busca de metales valiosos, principalmente oro y plata.
El oro es posible obtenerlo en estado nativo a partir de los placeres fluviales: el bateo de las arenas de ríos auríferos daría como resultado la obtención directa de pequeñas láminas de oro de alta pureza. Solo sería necesario tiempo y mano de obra para conseguirlo.
Sin embargo, la plata raramente se halla en forma metálica, siendo más frecuente encontrarla en forma de sulfuro, carbonato, sulfato o nitrato.
Los fenicios obtenían la plata a partir de la galena argentífera mediante el procedimieno denominado «copelación».
Como proceso previo era necesario reducir el tamaño del mineral hasta una arena grosera, mediante machaqueo manual entre dos piedras. En un horno se disponían capas alternas de mineral y carbón, y mediante tubos de cerámica huecos que tenían la función de toberas se insuflaba aire para garantizar un ambiente oxidante durante la combustión. De esta forma, las sales de los metales acompañantes se oxidaban y se eliminaban en forma de gases y de escoria superficial, mientras que el sulfuro de plomo se oxidaba a monóxido de plomo, también conocido como litargirio, y permanecía en el fondo como una masa fundida mezclada con el oro y la plata.
En el proceso de copelación propiamente dicho se colocaban trozos de la mezcla de litargirio y metales nobles en un recipiente en forma de cuenco o copa, que por ello se denominaba copela. La copela debía ser porosa y se hacía con cenizas de hueso prensadas junto con un aglomerante; no podía ser de cerámica porque sino se generarían silicatos de plomo viscosos que impedirían la separación de los metales nobles.
La copela era entonces introducida en el horno y una vez fundida la mezcla (960 °C al menos) parte del litargirio líquido era absorbido por capilaridad en la copela y parte se vaporizaba directamente, dejando atrás un botón formado por la plata, y el oro de estar presente.
Una vez solidificado, el litargirio se aplastaba para darle forma de disco. Estas tortas de litargirio se podían emplear de nuevo para separación de oro y plata en minerales con poco contenido de plomo, y se han encontrado en numerosos yacimientos arqueológicos.