Cabezo Pequeño del Estaño es un pequeño promontorio situado en el margen derecho del río Segura, próximo al pueblo alicantino de Guardamar del Segura. El topónimo puede llevar a confusión, pues no se refiere al metal, sino que hace referencia a una laguna o llanura inundable por el río («stagnum», en latín).
En la actualidad se halla alejado cuatro kilómetros de la línea de costa, pero en tiempos antiguos esa situación era bien distinta: toda la zona de la desembocadura del río Segura hasta el río Vinalopó conformaba en el s. VIII a.C. una bahía de poca profundidad que en tiempos de los romanos se denominó Sinus Ilicitanus, con dos islas formadas por las actuales Sierra de Santa Pola y la Sierra del Molar, cuya evolución es descrita por Tent-Manclús y Soria.
Este promontorio sería una península con forma de lágrima y estaría rodeado del agua salobre por tres de sus lados. La presencia de paredes escarpadas lo convertirían en una posición privilegiada como control del acceso sur a la bahía, a la vez que facilitaría su defensa, completada con el cerramiento del acceso suroeste por una muralla de lado a lado del istmo, y en cuya parte más sur se elevaría un impresionante bastión de tres alturas. En la actualidad se conserva un alzado importante del bastión y parte de la muralla que lo conecta, dando a los restos un aspecto de letra pi (π) invertida. El resto del yacimiento fue destruido durante el uso de la zona como cantera de áridos.
Inicialmente se consideró que era una ciudadela o un fortín por la presencia de una aparente plaza rodeada por murallas, pero un estudio detenido mostró que el muro norte (tirante) se añadió con posterioridad para sostener los muros principales, afectados por un seísmo importante que los deformó y derribó secciones de la muralla y casas. La arqueología demuestra que la colonia se abandonó de forma deliberada, por ausencia de restos indicativos de batalla y por el hecho de que apenas se han hallado elementos de ajuar domésticos, lo que es indicativo de que los propietarios se los llevaron consigo. La fecha del terremoto y el abandono, ambos en la segunda mitad del s. VIII a.C., junto con el aumento de población en la posición próxima de La Fonteta parecen indicar que dichos eventos están relacionados. Asimismo, coincide con una mayor colmatación de esa bahía salobre o marisma del Segura, que dificultaría el acceso de las naves mayores a la colonia, por lo que todo favoreció la migración desde Cabezo Pequeño del Estaño al nuevo espacio de La Fonteta, más conveniente al estar situada a pie de playa.
La muralla se construyó siguiendo un estilo claramente oriental de casamatas, o espacios huecos que podrían emplearse como almacenes, o rellenarse para dar mayor solidez a la muralla. Estaban construidos en una disposición basada en el codo tirio de 0,52 m. (derivado del codo egipcio) que se repite en múltiplos de tres. Las casamatas son de 3 x 3 = 9 codos de largo y 3 codos de ancho, y cada 3 casamatas se intercalaría una torre de defensa de mayor planta, de 3 x 5 codos.
Respecto al acceso, no quedan restos indicativos de por dónde se entraría a la colonia. Algunos autores sugieren que podría estar cerca del extremo norte de la muralla que ha desaparecido; otros, que sería una rampa de tierra para salvar la altura de la muralla. Sin embargo, en el libro se ha plasmado la opinión del autor de que lo más lógico es que el bastión tuviera una función propagandística a la vez que funcional, y que el acceso estuviera próximo a él, para que tanto el punto vulnerable de acceso como el elemento más fuerte de la muralla estuvieran próximos de cara a la defensa. Siguiendo una cita de Avieno, que en su Ora Marítima describe Gadir, se ha asumido un aspecto similar en el urbanismo del Cabezo Pequeño del Estaño:
«…y en un promontorio junto a la costa, dominando un amplio río que se dirige a los bosques tartesios, los fenicios fundaron otra ciudad y la dotaron de una potente muralla, a la que se accedía por una estrecha puerta, flanqueada de altas torres, de base pétrea y adobes. Construida como saben los cananeos, tenía doble muro y cajones rellenos de arena amarilla que abundaba en el lugar (…). La mano de obra fue del lugar (…). El barrio de mercaderes se encontraba en el interior de la ciudadela y en él convivían distintas tribus, cada una con su propio barrio. Las casas eran bajas y de techo plano. Las plazas y calles, algunas empedradas, suficientemente anchas para permitir el paso de los carros, separaban un barrio de otro y se convertían en lugares de encuentro (…).»
Por ello, se ha tomado la licencia de situar el acceso por una puerta estrecha de la muralla entre la tercera casamata del lienzo occidental y la torre anexa (Torre 2), por lo que esa tercera casamata tendría un aspecto recto como las precedentes en vez de estar acodada en ángulo.